Garra Charrúa

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Presentado por
EA Sports

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Todos los uruguayos tenemos un Centenario cerca. En la vereda, en el cordón, en la calle. 

Mi Centenario quedaba a la vuelta de mi casa, en un espacio verde que para nosotros era la mejor cancha. En las vacaciones jugábamos todo el día, todos los días. 

Algunas veces yo era Ruben Sosa. Otras, Enzo Francescoli. O el Patito Aguilera. En cada tiro, en cada gol, soñaba con ser como ellos. También tenía algunos héroes extranjeros, como Van Basten o Klinsmann.

Por esos años, Uruguay se preparaba para el Mundial 90. El primer Mundial que vi fue el de México 86, el de Maradona, que fue gran figura. Y también estaban las Copas América. Para muchos, estos momentos pudieron haber significado un antes y un después en su amor por el fútbol. Pero para mí no. 

El fútbol fue parte de mí desde mis primeros años de vida. En nuestra familia lo llevamos en el ADN. 

Mi abuelo.

Mi papá.

Mi hermano.

Forlan Uruguay antigua
AFP/Getty Images

Me acostumbré a que en la calle los reconocieran. Que los desconocidos se acercaran a hablarles o a pedirles un autógrafo. Al principio, para un chico, es raro asimilarlo, no es tan fácil de entender. Pero después se hizo completamente normal. 

Entendía muy bien las razones. Habían jugado en Primera. Habían ganado Copas América. Habían estado en Mundiales. Eran parte de la historia de la Celeste.

Siendo uruguayo, vestir la camiseta es mucho, imaginate si tenés la oportunidad de jugar un Mundial. Eso es... todo.

Después de Italia 90, para volver a ver a Uruguay en un Mundial hubo que esperar hasta el 2002. Veníamos de no clasificar en el 94 y en el 98. En el medio, yo había pasado de jugar en la vereda a jugar en el Old Trafford.

Y fue muy rápido. 

Desde muy chico a mi padre lo acompañaba a distintos estadios. Yo quería ir a todos los partidos. Siendo hincha de Peñarol, por ejemplo, iba a ver a Nacional. Mi papá conocía a mucha gente del fútbol y terminábamos yendo a varios partidos. 

Cuando lo designaron coordinador general de la Divisiones Juveniles de Peñarol, allí se acomodaron un poco las cosas como para que yo fuera a probarme. Y ahí comencé a practicar el fútbol ya de una forma semiprofesional. Después pasé a las inferiores de Danubio, y de ahí a Independiente, con el Pato Pastoriza, donde debuté a los pocos meses de llegar, hice muchos goles y terminé viviendo cuatro años espectaculares. Y de Independiente al Manchester United de Ferguson, el mejor equipo del mundo de ese momento.

Todo muy rápido. 

Pero me faltaba la selección. Con la venta al Manchester me llegaron mis primeros partidos y me fue bien. Y así entré en la convocatoria del plantel que iba al Mundial, aunque no había tenido la oportunidad de estar en las Eliminatorias. Fue un sueño hecho realidad.

Uruguay gol Forlan
Lars Baron/Getty Images

Si contra Senegal lo llegábamos a ganar después de haber ido perdiendo 3-0, hubiera sido una remontada épica, pero no se dio, entonces se cortó un poco eso que se estaba generando y que tenía que ver con nuestra historia.  

Después hubo que volver a sufrir. Vino otra eliminatoria, con un cambio de entrenador en el medio de la eliminatoria, y finalmente la no clasificación a Alemania… Entonces como que el sueño se truncó un poco. Arrancó con la idea del 2002, se truncó con 2006 y llegó ese período entre 2006 y 2010, donde también nos costó clasificar, pero lo logramos. Y eso produjo un cambio enorme a nivel de país. Inclusive en la cabeza de los jóvenes, en la mentalidad de los uruguayos más chicos.

En ese período tuve la suerte de llegar al Atlético de Madrid, que ya me había querido contratar dos veces. Por haberlo enfrentado, sabía que era un gigante dormido. 

Al Atlético no le estaba yendo muy bien, las noticias eran siempre negativas, pero tenía buenos jugadores. Realmente me ilusioné con el proyecto que se venía, a pesar de los obstáculos. Había que tener paciencia y luchar por conseguir los objetivos, dar ese salto hacia la historia. 

Con Uruguay pasaba algo parecido. 

Hay muchas similitudes entre el hincha del Atleti y el de Uruguay. En la historia tuvieron momentos lindos, títulos, pero en general debieron acostumbrarse a tiempos difíciles, de varias crisis consecutivas, y sin embargo es un hincha muy fiel, que pese a todo eso acompañó mucho. Al hincha colchonero lo veo muy parecido al uruguayo. Todo lo que es la lucha, la perseverancia, la resiliencia y que todo, todo te cueste el doble.  

Por eso digo que los momentos que viví tanto en el club como en la selección en esa temporada 2009-2010 fueron muy similares. Estábamos construyendo algo duradero, importante. Con el Atlético logramos ganar la primera copa europea después de 48 años de espera, la Europa League en Hamburgo, que fue el punto de partida para transformarlo en el club ganador que es hoy. 

Y con la selección, para llegar a ese inolvidable Sudáfrica 2010, tuvimos también que sortear obstáculos en los que estuvimos muy comprometidos, pero que logramos superar dando pruebas de mucha personalidad. No se trata de que no te golpeen, sino de saber sobreponerte rápido.

El partido en Ecuador, por ejemplo, era clave. Teníamos que sumar para por lo menos tener chance de seguir peleando por esa ventana al Mundial. Quito es siempre complicado, Ecuador venía de clasificar a la edición anterior y encima empezaron ganando ellos. Pero sacamos del medio, me dan la pelota a mí y termino tirando el centro del cual nace el gol del empate de Luis Suárez. Después viene el penal que meto sobre la hora, para seguir con vida e ir a definir la clasificación contra Argentina en el Centenario, en la última fecha. 

Después tuvimos el repechaje contra Costa Rica. A veces es difícil hacer entender todo lo que rodeaba ese partido. Por la historia de Uruguay y los jugadores que tiene, es casi una obligación estar en un Mundial, ¿no? Cuando lo logramos, automáticamente sentí que nos sacábamos un peso grande de encima. A partir de ahí, podíamos ir a disfrutar de ese Mundial y ver hasta dónde podíamos llegar. 

Al hincha colchonero lo veo muy parecido al uruguayo.

Diego Forlán

Y pasó algo muy lindo. Como tenemos el mismo clima que en Sudáfrica, pudimos hacer toda la preparación en Uruguay, con la familia, con la gente, muy cercano a todo el pueblo uruguayo, y creo que eso fue muy positivo. Empezábamos a vivir el sueño colectivo. Fue el Mundial de todos.

Todo eso fue creciendo a medida que ganábamos, hasta que llegó el partido con Ghana, por los cuartos de final. 

Sabíamos, claro, que nos tocaba un equipo africano en Sudáfrica, habíamos eliminado al anfitrión y quedaba esa esperanza para el continente, que estaba con Ghana. Pero nosotros no le hicimos mucho caso a eso y lo jugamos con todo, sin pensar demasiado en el equipo que estaba enfrente. 

Nuestro país tiene tres millones y pico de habitantes. En todos lados somos menos. Si hay algo que sabemos, es jugar bajo esa situación desfavorable. Pues sabemos que este juego es de todos. Lo que para otros puede ser un condicionante, para nosotros es lo mismo. 

Forlan Uruguay
Joern Pollex/Getty Images

Sabíamos que la verdad, como siempre, se diría dentro de la cancha. Y de allí se podía escuchar a la hinchada que nos apoyaba como se fuera mayoría absoluta en el estádio.

Empezamos perdiendo, hasta que me llegó el tiro libre. Mi idea fue hacer ese mix entre patear y tirar el centro. Básicamente, que la pelota vaya al arco, y que vaya un poco más rápido. Salió mejor de lo pensado. 

:-)

En ese tipo de tiros libres, al arquero se le complica porque vienen muchos jugadores que van a querer impactar esa pelota. A veces no llegan, pero como no la tocan también terminan engañando al arquero. Fue una buena idea, la dirección de la pelota era esa donde terminó.

Igualmente, llegamos hasta el final empatando 1-1, sin haber podido concretar las chances que habíamos creado para definirlo.

Y en esa última jugada, cuando la pelota empezó a rebotar de lado a lado por nuestra área, intuí que la cosa podía no terminar bien para nosotros. Yo estaba lejos, en la mitad de la cancha, y de repente, no entiendo bien qué pasa y veo que cobran penal y que echan a Luis. 

Hasta acá llegamos, pensé. 

La ilusión de ir a la semifinal del Mundial se apagaba. No había mucho más que pudiéramos hacer. Ya me imaginaba en el avión de regreso. Había sido un muy lindo Mundial, lo habíamos disfrutado de verdad, era una lástima irnos así. 

Pero cuando Gyan pateó al travesaño, juro que no entendía nada. Sentí que nos daban una vida extra. Y no la íbamos a desperdiciar.

¿Quién dijo que no se podía soñar, cueste lo que cueste?

Somos uruguayos. Todos nos cuesta el doble. Pero no bajamos los brazos. Nunca hay que darnos por muertos.

En los penales estuve muy tranquilo, tanto en el que pateé yo como los de mis compañeros. Todo el mundo recuerda el penal del Loco Abreu, por la picada. No me quedo tanto con la forma, me quedo con su gol y con la enorme felicidad de salir corriendo para festejar todos juntos. Habíamos llegado a una semifinal de Mundial y la alegría no cabía en nosotros.

Uruguay Ghana 2010 Mundial Sudafrica
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Ya veía cómo estaba la cosa en Uruguay por todos los mensajes que me iban llegando y lo que nos contaban. La euforia de la gente en cada gol era de otro planeta. Nos llegaban dónde se juntaban, qué hacían, las cábalas que tenían. Eso ya era parte de una gran fiesta. Veníamos de no clasificar en 1994 y 1998, de quedar eliminados en los grupos en 2002, de verlo desde afuera en 2006. El listón entonces estaba bajo para 2010, cada paso que dábamos era como un título. 

El Maestro Tabárez ya venía trabajando con nosotros hacía mucho tiempo. Existía un respeto y un cariño, todos habíamos crecido juntos. Nos llevábamos muy bien, nos entendíamos a la perfección. Tanto el Maestro como su cuerpo técnico sabían lo mucho que nos había costado todo. Por eso contra Ghana lo disfrutamos tanto, porque nos merecíamos disfrutarlo, ¿no? Lo habíamos hecho entre todos. También sabíamos que el Mundial continuaba y podíamos seguir haciendo historia. Confiábamos en eso. Tanto que salimos de Sudáfrica con la sensación de haber cumplido nuestro deber.

El regreso a Uruguay fue casi indescriptible. Muchísima gente, niños emocionados, nos recibieron como héroes nacionales. Recuerdo que llegamos tarde e igual estaba lleno de gente. Al otro día hubo una caravana digna de un título. Fue inolvidable. 

Sé que vamos a competir. El uruguayo siempre compite.

Diego Forlán

Al año siguiente, llegó la Copa América en Argentina. Y para mí ese fue el broche, el cierre perfecto para coronar lo que habíamos comenzado en el Mundial. Ganar esa Copa América y en Argentina fue espectacular. Nos tocó otra vez enfrentarnos al anfitrión, como en Sudáfrica, y otra vez vivir una situación límite, porque nos expulsaron al Ruso Pérez en el primer tiempo. Tuvimos que sufrir y aguantarlo hasta los penales. Ganarle a Argentina en su casa con uno menos no se da todos los días, por eso lo disfrutamos muchísimo. Y pudimos continuar el envión hasta ganar la final con autoridad.

Fue muy especial por varios motivos. El lugar donde la conseguimos, de dónde veníamos y, para mí, por esto de la familia. 

Por el ADN. Por la historia. 

En lo personal, fue la cuarta Copa América que levantamos en la familia Forlán Corazzo. 

Dos de mi abuelo, una de mi papá, y la mía. 

Forlan Uruguay campeon Copa America 2011
Daniel Garcia/Getty Images

Cuando me retiré, dije que había logrado mucho más de lo que podría haber imaginado cuando empecé. Ahora, a la distancia, lo valoro aún más. Tomo dimensión cuando mis hijos, jugando a los videojuegos, tienen la posibilidad de elegirme, de jugar conmigo. Es ahí donde caigo sobre todo lo que conseguí en mi carrera. Y veo que, en la calle, ellos reaccionan como lo hacía yo cuando los hinchas reconocían y saludaban a mi papá. Entonces, la verdad es que todo eso me genera un orgullo enorme. 

Sigo con ilusión y esperanza en este Mundial. Obviamente que las Eliminatorias no se dieron de la mejor manera, pero siempre estuvimos ahí, cerca de la clasificación. La salida del Maestro no fue lo que muchos queríamos, pero bueno, así es el fútbol, son las reglas del juego. Tenemos una buena mezcla entre jugadores con experiencia y jóvenes. Con ese equilibrio podemos jugarle de igual a igual a cualquier equipo. 

Sé que vamos a competir. El uruguayo siempre compite. 

Eso es la garra charrúa.

¡Uruguay nomás!

Firma Diego Forlan

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