Luché por lo que merecíamos. Esta es mi historia

Madeleine Penfold for The Players' Tribune

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Mira, es una putada. 

No te voy a mentir. 

Yo fui una de las 15 jugadoras que renunciaron a jugar con España el año pasado. Llevábamos tiempo descontentas con el nivel de profesionalismo en la selección hasta que un día enviamos emails a la Federación diciendo que, mientras las cosas no cambiaran, no contaran con nosotras. Al cabo de un tiempo algunas jugadoras volvieron al equipo y las que no fueron, como yo, nos quedamos fuera…y vimos por televisión como nuestras compañeras ganaban la Copa del Mundo.

Para mí, tenía que luchar por lo que era correcto. 

Pero recuerdo que todo el mundo me decía que estaba siendo tonta.

“Vas a arruinar tu carrera.”

“Por dios, ¡cómo puedes ser tan estúpida!”

Esa gente no eran haters o trolls de internet. Era gente que me conocía y me decía que tenía que pensar en mi.

Odio reconocerlo, pero tenían razón. Una de las lecciones que he aprendido de todo esto es que nadie pondrá la mano en el fuego por tí.



Esos emails se enviaron por un motivo.

Hacía años que estábamos sufriendo y la derrota contra Inglaterra en la Eurocopa fue la gota que colmó el vaso. No voy a enumerar todas las cosas que pedíamos cambiar, pero te daré un par de ejemplos que no eran normales. Recuerda que esto era el día a día de una de las mejores selecciones de todo el planeta.

Las sesiones de entrenamiento siempre eran iguales. Siempre. Cada día. Lo juro por Dios. Repetíamos y repetíamos ejercicios. Desde la sub 17 hasta la absoluta. Y sí, entiendo el valor de la repetición, pero también estoy segura de que las jugadoras profesionales necesitan un poco de variedad. Especialmente si llevan siete u ocho años haciendo lo mismo.

Por otro lado, existía un gran control hasta a la hora de dormir. Un control que puedo llegar a entender en las categorías inferiores, por ejemplo, a la hora de controlar que cada una esté en su habitación, pero que a jugadoras mayores y maduras les chocaba. Además, casi nunca teníamos un día para nosotras en las concentraciones. Y siempre que lo teníamos era bajo un control estricto. Parecía que tuvieran miedo de lo que pudiéramos hacer, como si dudasen de nuestra profesionalidad.

Que somos profesionales y sabemos lo que tenemos que hacer. No somos unas niñas de viaje de fin de curso.

Y seguro que podía haber sido peor. Todas hemos oído historias increíbles. Cuando empecé en el Oviedo, en Primera División, entrenábamos con solo una mitad de campo. De hierba artificial. Guardabamos los balones en carros de la compra. Íbamos 14 horas en autobús para jugar algunos partidos, jugadoras levantándose con los pies hinchados … Jugábamos el domingo, volvíamos al autocar y llegábamos a casa a las tres de la madrugada. Sin cobrar. ¿Y la cobertura televisiva? Transmitían los partidos por internet con algún streaming que ni nuestras madres conseguían ver!

Pero todo eso era hace 10 años y en el fútbol femenino eso es la edad de piedra. Mientras que en 2022 ya éramos profesionales.

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Marcio Machado/Getty Images

Así que enviamos esos emails. También tuvimos el apoyo de Irene Paredes, Alexia Putellas y Jenni Hermoso, así que eramos 15 más 3.

Desafortunadamente el grupo se rompió.

Fue complicado. Pasaron muchas cosas fuera de los focos. Si me preguntas por qué nos dividimos, creo que fue por la presión de las reuniones individuales.

La Federación nos citó de una en una, en una sala en la que sólo estábamos la jugadora y tres personas del staff, aun sabiendo que no era algo personal, sino colectivo. Me preguntaban cosas como: “¿Qué es lo que no te gusta? ¿Y de esta persona?” Daba la sensación de que todo lo que respondiera sería blanco o negro, “O estás en este barco o no estás”.

Fue muy duro. Te sientes sola, presionada y nerviosa, sin ninguna compañera a la que pedirle consejo o en la que apoyarte para comunicar de forma clara lo que necesitamos, sabiendo que ellos son los que controlan tu futuro en la Selección. Antes de que te des cuenta ya has vuelto a subir al barco.

En febrero y marzo, volvieron las primeras jugadoras.

Nuestro acuerdo colectivo se rompió. Había mucha incertidumbre. Cuando ya se ha dado el primer paso, no sabes cuál puede ser el siguiente. No culpo a nadie por hacerlo porque sé lo duro que fue. 

Un día decidí llamar al seleccionador.

No podía creer lo que estaba haciendo. Soy tozuda a más no poder, y sólo marcar su número fue una decisión muy meditada. 

La llamada derivo en una reunión con una responsable de la Federación con la que hablé de lo que había cambiado y me contó que ellos estaban dolidos por lo que había pasado. Al final volví a convertirme en seleccionable, pero en la siguiente convocatoria, sólo algunas de las 15 estaban en la lista… 

Y lo entiendo. Pero había jugado con España desde los 15 años y había jugado casi 40 partidos con la absoluta. Me dolió. Le hubiera dolido a cualquiera. 

Así que me dije, Ok, se acabó.

Adiós a la selección.

Adiós a la Copa del Mundo.

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Madeleine Penfold for The Players' Tribune

La peor parte no fue el título. Tampoco los insultos.

Lo que me dolió en el corazón fue sentir que había fallado a mi gente.

Mis padres y mis hermanos merecen, como mínimo, el mismo reconocimiento que yo por mi carrera. Tienes que ser consciente que no crecí al lado de La Masia. Soy de Pola del Pino, una pequeña aldea asturiana en la montaña en el norte de España, que no tiene ni un solo campo de fútbol. Diría que está igual ahora que cuando este deporte se inventó. No hay cafés, no hay bares, nada. La gente de ciudad no lo entenderá pero, cuando vives en medio de la nada, todo lo que puedes hacer son gamberradas.

Recuerdo una vez que con mis tres hermanos abrimos la puerta para que las vacas invadieran el vecindario entero, otra vez robamos huevos de un gallinero y los lanzamos a alguna casa.

Molestamos a un poni hasta que se enfadó tanto que me mordió la mano! ¡Tuve que ir al hospital y todavía tengo la cicatriz!!

Mi familia no es muy futbolera. Dale un balón a mis hermanos y todavía hoy no saben cómo pegarle. 

En mi pueblo no había ningún equipo, somos muy pocos habitantes, diría que hoy hay menos de cien personas. Intentaba forzar a mis hermanos para que jugaran conmigo o me pasaba desde las 18h hasta la medianoche dándole patadas al balón contra la pared de casa. Por supuesto que rompí unas cuantas ventanas y macetas, y no te puedes llegar a imaginar lo que mis vecinos me chillaban.

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Courtesy Lucía García

Cuando tenía 13, hice una prueba en Oviedo. Casi dos horas en autobús por la carretera vieja. Yo quería demostrar lo buena delantera que era y pareció que la fortuna estaba de mi lado porque nada más empezar hice una gran carrera sin el balón y nadie me estaba marcando.

No me lo podía creer. Era raro pero ¡¡fue una gran carrera!! Yo estaba como: “¡EI! ¡EI! ¡ESTOY SOLA! ¡¡PASADME EL BALÓN!!”

Nadie se movió.

Pararon el partido. 

Yo les decía, ¿qué estáis haciendo??

Y entonces alguien me gritó una palabra que nunca antes había escuchado: “Lucía … estás en fuera de juego … ¡POR 30 METROS!”

Jajajajajajaja.

Yo sólo había jugado a fútbol en el patio del colegio y un año a fútbol sala. Las jugadoras debieron pensar, “¿De dónde sale esta?”

¿Qué quieres que te diga? En Pola del Pino no jugábamos con fuera de juego.

A pesar de eso me cogieron igualmente, pero esos viajes a Oviedo … Ufffffff. Tres veces por semana cogía el tren con mi hermano Javi para hacer clases particulares de mates e inglés. Las clases eran de camino a Oviedo, así que cuando íbamos para allá, mi horario era este:

06:30 — Desayuno

14:00 — Fin de las clases

17:00 — Coger el bus con Javi para hacer clases particulares

18:30 — Coger el tren a Oviedo para entrenar

21:00 — Sin ducharme, correr hacia la estación de tren

00:30 — Comer la cena que mamá me había dejado en el microondas

Era duro. También tuve que cuidar a mi hermano Alejandro. ¡Somos cuatro hermanos cuatrillizos! Pero fue un parto de alto riesgo y mi hermano Alejandro tiene una discapacidad. Como familia hicimos todo lo posible para que tuviera una vida normal. Poder ir a natación o montar a caballo.

Mirando hacia atrás, creo que todas esas cosas nos unieron más.

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune
Madeleine Penfold for The Players' Tribune

Mi familia estuvo muy orgullosa cuando jugué por primera vez con España. Más o menos fuimos el mismo grupo de chicas que jugó de la Sub 17 en adelante y acabamos siendo un grupo de amigas muy unido viajando por el mundo. Me acuerdo cuando fui la nueva de la Sub 19. Hubo una gran fiesta donde todos los equipos estaban juntos y pusieron la canción de DJ Snake, Selena Gomez, Ozuna y Cardi B. Teníamos una coordinadora de baile que guiaba cada grupo, yo me puse en primera fila, lo di todo bailando y el video de nuestra coreografía se hizo viral. 

TAKI TAKI!

TAKI TAKI!

(Me encanta.)

Para mi, había cierta inocencia cuando jugábamos para las inferiores. Con la absoluta la presión es enorme, pero cuando éramos adolescentes la verdad es que éramos una gran familia.

En 2018 me llamaron para la absoluta y en la Copa del Mundo del 2019 tenía 20 años. Cuando jugamos contra EEUU en los octavos de final, yo estaba segura de que iba a empezar en el banquillo, así que me fui a dormir antes del partido y no estoy hablando de una siesta inocente. Estoy hablando de dos horas de sueño profundo, de esos días que te despiertas sin saber dónde estás. Fui a la charla pre partido y tenéis que recordar que en ese momento el equipo femenino de España nunca había jugado unos octavos de final en un Mundial. El seleccionador da su charla, todas las jugadores se están motivando y yo estoy allí sentada con marcas de la almohada en la cara. 

Reviso la alineación y veo algo extraño: Mi nombre está allí. (!)

Espera, ¿qué?

LUCÍA GARCÍA.

¿¿Es un errata??

Me froté los ojos y volví a mirar. Mi nombre seguía allí.

¡¡Maldita sea Lucía, espabila por el amor de Dios!!

Fue una pasada. Jugamos bien y, aunque no ganamos, mi familia estaba muy orgullosa de mí. Había sido un camino duro y no creo que nadie lo hubiera imaginado. Siete años antes, no sabía lo que era un fuera de juego. Y ahora estaba aquí. Aquí estábamos. Jugando con España eliminatorias del Mundial.

¿Entiendes ahora lo que te quiero decir?

Cuando renuncié a la selección, no perdí únicamente al mayor honor en el fútbol que podía tener yo. También sacfrifiqué un momento mágico para ellos.

Por doloroso que pueda sonar, tengo que decir que conseguí llevar bien mi decepción. Aprendí a valorar aún más a mi club. Cuando la Copa del Mundo se acercó, no miré el calendario. Te lo juro, sólo vi partes de la final y porque lo pusieron en la televisión del gimnasio.

Por supuesto que fue agridulce. Estaba contenta por mis compañeras, pero también me daba rabia, porque me lo estaba perdiendo. No envié ese mail para causar problemas. Lo envié porque quería ganar. Lo envié para que las generaciones de futbolistas que vienen detrás reciban el trato que nos merecemos. 

Sí, no voy a fingir y decir que no me dolió. Cuando tus compañeras se están convirtiendo en leyendas delante tuyo y tú estás completamente sola con las pesas, es una putada.

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune

Pero hay otro momento de ese verano que nunca voy a olvidar. Estaba en casa de mis padres y creo que fue mi madre que estaba leyendo el periódico o algo y dice, “Oh, mirad … España está jugando hoy …”

Y yo pensé algo así como, Sí … ¿Y?

Y ella continuó, “Qué pena que no estés allí … “



Cuando me llamaron de nuevo, me quedé totalmente en shock.

Nadie podía haber imaginado todo lo que pasó este verano con la Federación.

Sinceramente, el comportamiento del presidente fue difícil de ver. Para cualquier persona, actuar de esa manera es una vergüenza pero peor aun siendo el máximo representante del fútbol español. 

La influencia internacional presionó con fuerza y ayudó a provocar los cambios que se originaron a raíz de aquello, ya no estábamos solas.

Esta es la fuerza de la unidad. Si queremos cambios, tenemos que levantarnos juntos.

Cuando las cosas parecían calmarse y la federación estaba a punto de anunciar la siguiente convocatoria, aunque algunos de los responsables del problema ya no estaban, casi todas las jugadoras habían renunciado a ser convocadas hasta que no se hicieran cambios más profundos en la federación. Y fue entonces cuando, en directo, vi cómo la nueva seleccionadora, Montse Tomé, me convocó de nuevo. 

Ya sabes la lista: Porteras primero.

Defensas, mediocampistas, delanteras...

Iban anunciando los nombres y pensaba: ¿Cómo pueden hacer esto?

Y entonces, cuando sólo quedaba una plaza para anunciar …

“ … Lucía García … ”

MAAADRE MÍA. 

Después de todo lo que ha pasado… ¡Y ahora volver a ser convocada! Era una situación muy incómoda. De alguna manera, era lo mismo que pasó con Las 15 pero esta vez prácticamente todas habíamos acordado no jugar y ahora nuestra postura se veía amenazada. 

Esta vez mi madre estuvo muy encima de mí: “¡Cariño, estás convocada!!”

“¡No! El grupo ha decidido …”

“¡Sí que vas! ¡¡No seas tonta!!”

Lucía García | Selección Española de Fútbol Femenina | The Players' Tribune

Aguantamos juntas. Y entonces resultó que no teníamos elección, ya que nos podían quitar la licencia federativa. Jugadoras profesionales forzadas a ir, aunque no deseaban jugar en esas condiciones. Decidimos asistir y tratar el tema en persona.

Llegamos al aeropuerto de Valencia y yo no había visto nunca tantas cámaras juntas. Nuestro hotel estaba rodeado por un millón de personas. Tuvimos reuniones hasta las tres de la madrugada con entrenadores, directivos y representantes del Gobierno.

Y entonces es cuando la federación prometió que harían cambios importantes de una vez por todas.

Desde entonces, hemos jugado seis partidos. Y celebro poder decir que las cosas han empezado a mejorar. Han mantenido la palabra.

He aprendido que hay cosas que son más importantes que el fútbol. 

Tu bienestar. 

Tu autoestima. 

Tu deber con la próxima generación de mujeres.

Eso es lo que defendimos.

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